Además de este lleno de vacíos, este patrimonio en desuso y con visibles síntomas de degeneración influye decisivamente en el entorno, con riesgo de provocar metástasis de diversa naturaleza en su contexto físico y social. Tan necesario resulta, entonces, idear alternativas que reanimen estos edificios como controlar su impacto ambiental.
Ante tal panorama, ¿qué hacer con tantos metros cúbicos construidos y vacíos?
El reciclaje de edificios no es nada nuevo. El paso del tiempo y las nuevas necesidades han transformado iglesias en apartamentos, cárceles en residencias de ancianos o antiguas estaciones eléctricas en centros de arte. Es el caso del hipermercado Wal-Mart, en McAllen (Texas, EEUU) cuya nave de 12.000m2 es, hoy, una gran biblioteca pública, con área de juegos infantiles, restaurantes y diversos programas de ocio en una única planta, que garantizan su uso continuado a lo largo del día. O la antigua central de correos de Amsterdam que, ante el traslado de sus oficinas a las afueras de la ciudad, se ha convertido en nueva sede del Museo Stedelijk de arte contemporáneo más un nuevo Conservatorio de Música –diseñado por Fritz Van Dongen- y con hueco para alojar un restaurante trendy en el ático, que asegura el ingreso corriente tanto de glamour como de visitantes. También la Tate Modern de Londres, o el Caixaforum y las naves de Matadero, en Madrid, son producto del reciclaje y ejemplos que han logrado revitalizar –unos mejor que otros- su entorno.
Además de estos ejemplos de programas combinados, también existen otros -como las antiguas cocheras de la calle Fernando VI, en Madrid-, que van itinerando de un programa a otro, permitiendo al edificio diversos usos, todos ellos temporales y de corta duración.
¿Se podría alojar un centro de alto rendimiento para atletas como Bolt en el fantasmal aeropuerto de Castellón?, ¿o un panteón de Reyes en el centro Niemeyer?.
¿Quién no ha pensado, estos días de revuelo mediático, en instalar Eurovegas –que tan decadentes imágenes despierta- en los vacíos construidos de Seseña? La idea de sustituir a Marilyn y Elvis para casarse en una sintética capilla manchega con disfraces de Don Quijote y Dulcinea, y poder admirar desde la autopista 4 un manto de diminutas y vibrantes luces de neón sobre los bloques de ladrillo es, sin duda, una de las primeras –y más fáciles- tentaciones.
Ironías aparte y sin salir de Seseña, es difícil creer que sólo llenando las viviendas de residentes –con la venta desesperada a precio de coste que están emprendiendo algunas entidades, por ejemplo- se solucionarán los problemas que tiene la urbanización. O pensar que el centro Niemeyer o el aeropuerto de Castellón podrán, sólo con albergar un nuevo uso, integrarse mágicamente en su ciudad natal.
Sin duda, la regeneración del espacio no podría hacerse sin usuarios dispuestos a emprenderla, y llenar de vida estos lugares es, por tanto, un requisito principal. Pero no único. Tan necesario como esto es idear un plan que permita que semejantes despropósitos inmobiliarios se conviertan en universos flexibles y llenos de diversidad, adaptables a las necesidades y a la poética de sus usuarios, preparados para futuros cambios y en armonía con el entorno.
El cambio de programa no es el único responsable en transformar el destino de un edificio. Reflexionar acerca de la estructura, la topología, la medida o los materiales tiene tanta importancia, o más, en la revitalización de lo construido. Convertir edificios rígidos, masivos y ajenos a los estímulos del entorno en edificios flexibles, ligeros, que interactúen con el medio y permitan ajustar las respuestas de lo construido a lo deseable -y necesario-, es una de las claves para garantizar su superviviencia. Y su oportunidad. La capacidad de adaptación de estas especies arquitectónicas definirá su evolución y les conferirá, por lo tanto, garantías en el tiempo.
Pero ¿cuánto deberían durar estos edificios?
Hitler exigía a Speer, su arquitecto de cabecera, que proyectara sus edificios de tal manera que, una vez en ruinas, fueran percibidos como algo tan sublime como el día de su inauguración. Por desgracia o por fortuna -según se mire-, en Avilés, Castellón y Seseña sin duda parecen haber pasado por alto este detalle.
No se trata de que un edificio dure cien años. Al contrario. La adaptabilidad del mismo al contexto cambiante exigirá, probablemente, que en él convivan elementos más longevos con otros, efímeros, que precisen recambios en un plazo más corto. Decidir qué parte es invariable y cuál debe cambiar -y de acuerdo a qué premisas- es esencial. El mantenimiento y la usabilidad de lo construido, o la gestión de los residuos generados en el desmontaje y montaje de una parte o del total del mismo se convierten, por tanto, en cuestiones a las que prestar mucha atención en la acción de reciclar.
El objetivo del curso será explorar, a través de diversas actuaciones de corta duración e impacto variable, posibles transformaciones de estos lugares construidos, con el fin de encontrar hallazgos sorprendentes que puedan dar un rumbo nuevo a su destino. Es decir, reanimar estos cadáveres arquitectónicos. El primer paso será recopilar toda la documentación necesaria. Sería deseable visitar los tres emplazamientos elegidos y tratar de liberarse, en estas visitas, de la mirada del arquitecto, para sentir el lugar como lo haría un usuario.
El objetivo del curso será explorar, a través de diversas actuaciones de corta duración e impacto variable, posibles transformaciones de estos lugares construidos, con el fin de encontrar hallazgos sorprendentes que puedan dar un rumbo nuevo a su destino. Es decir, reanimar estos cadáveres arquitectónicos. El primer paso será recopilar toda la documentación necesaria. Sería deseable visitar los tres emplazamientos elegidos y tratar de liberarse, en estas visitas, de la mirada del arquitecto, para sentir el lugar como lo haría un usuario.
En todo caso, el potencial de estos vacíos construidos es enorme. Y del mismo modo que una frase o un dibujo inacabados sugieren al cerebro mil formas de completarlos, una construcción inacabada –como las de Avilés, Castellón o Seseña- es un punto de partida estimulante para volar con la imaginación y disfrutar del placer de proyectar.
M. Pastor, Septiembre 2012
Architecture in stock: Reanimation of architectural cadavers
Architecture in stock: Reanimation of architectural cadavers